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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

El apagón en la sanidad 2


Aún se habla del apagón del 28 de abril como si fuera un auténtico drama, aunque la gente de a pie no parecía tener grandes problemas por ello. Los parques llenos de niños, la gente paseando por las calles, conversaciones en persona y no por whatsapp. Tan sencillo como que ha sido anecdótico para casi todos. Incluso para los conspiracionistas que no han podido seguir con su retaila de predicciones fallidas.

Por otro lado y como tantas cosas, ha sido un día más en el desastre de intereses y egos que vivimos a en sanidad. Es un hecho que quedará en el olvido, tanto por la parte buena como por la mala. Y ahí es donde radica el problema, en que hay muchas cosas a mejorar a corto plazo, infinitas son las mejorables a largo. Sin embargo, justo eso será lo que se omita hacer por parte de los gestores y cargos a dedo.

¿Qué pasa en un hospital y en un centro de salud cuando se pierde la luz? No resulta fácil trabajar en un entorno plenamente electrificado, aunque poder, se puede. Y eso sí quedó reflejado. Las opciones no son infinitas y se debe ejecutar la labor con colaboración de todo el personal. Esta parte ya dista de la realidad normalmente, aunque la mayoría acaban entrando en el juego.

Para empezar, los centros que disponen de generadores como los hospitales, simplemente terminal las labores imprescindibles y cancelan las que no lo son. Hay que mantener un equilibrio metiendo el combustible del generador en la ecuación. Y eso no es tan fácil de entender, porque por ejemplo, se hace necesario apagar todas las luces y desconectar los aparatos que no hagan falta para no hacer trabajar de más al generador.

Cada gota de combustible cuenta. Así que se terminan los quirófanos ya empezados y solo se hacen cirugías urgentes. Se centra la energía en la UCI y en los procedimientos imprescindibles para la salud de los pacientes. Porque no, no pasa nada por trabajar en penumbra, ya se hace en los turnos de noche. El problema viene cuando caen las redes y los teléfonos móviles no funcionan, porque son la forma de localizar al médico, a la supervisora, a mantenimiento...

Por otra parte, a pequeños problemas, grandes remedios. Se puede convertir un despacho en dormitorio mismamente. El problema es la falta de habituación, falta de protocolos y la necesidad de tener ideas lúcidas en vez de aumentar la burocracia a base de "cadenas de mando" y, que si no lo dice un gerente, no se hace nada. Pero ese es otro tema que demuestra la falta de efectividad ante una crisis.

Por otra parte, los centros de salud trabajan a mínimos, vuelven a la medicina de toda la vida. Esa en la que ves al paciente, vuelves a verlo y, como no te quedas a gusto, echas un último vistazo. Al no disponer de generadores, pierden las pocas posibilidades diagnósticas que disponen, así que toca tirar de la intuición, observación, reevaluación y "vente mañana si ves que no mejoras".

Existen opciones de mejora hasta este momento. Por ejemplo, suplementar electricidad con generadores portátiles para los extras que hagan falta, como los centros de salud o ciertas pruebas. Y esos generadores ya existen. Mismamente Protección Civil de Castilla y León adquirió muchos para las agrupaciones municipales.

Así, el centro de urgencias de atención primaria dispondría se la electromedicina que poseen. Pero alguien tendría que ofrecer ese material. Sin embargo, como todo, las decisiones pasan por llamadas, papeleos o alguien que tiene que tomar el mando y que no suele ser el lápiz más afilado. Y esa persona está ausente, en El Ventorro o en la cafetería de al lado. Pero es inadmisible que teniendo las posibilidades, haya más burocracia.

Ahora bien, el drama continuará con los servicios de emergencias.