
Defiende Pedro Sánchez - y en tromba todos sus ministros - la inocencia de Begoña Gómez. Faltaría más. La portavoz del Gobierno pone, semana sí y semana también, la mano en el fuego por la esposa del presidente. Pilar Alegría inclina su argumentario hacia el juez responsable del caso, Juan Carlos Peinado. Los líderes de los partidos que sustentan al Ejecutivo no se mojan ni con este asunto judicial ni con el procesamiento del ocultado hermanísimo, no sea que se lleven algún bofetón electoral por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado.
Lo único cierto es que nadie sabe el resultado final de un escándalo que tiene que ver con la malversación del erario público, además de otras lindezas relacionadas con el amiguismo, los enchufes laborales y los privilegiados contratos de algún que otro empresario afín. Todo ello recogido, analizado y reseñado por los medios de comunicación, dentro y fuera del territorio patrio.
Existen informes firmados por la Guardia Civil (UCO), un perito del Ministerio de Hacienda y la Fiscalía Europea que apuntan (presuntas) irregularidades cometidas por Begoña Gómez en su famosa Cátedra de la Universidad Complutense, con las ocupaciones de su asistenta pagada por todos, Cristina Álvarez, en temas privados o por los contratos de la empresa Red.es con el sigiloso empresario Juan Carlos Barrabés. Sin olvidar discutibles interrogantes respecto al rescate de Air Europa.
Dada la rapidez de la justicia española, tenemos follón para rato, con los correspondientes recursos y otras tretas procesales. Al tiempo. El resultado final cerrará las conjeturas respecto a la malversación de caudales públicos llevadas a cabo desde el mismísimo Palacio de la Moncloa. Al margen de la cuestión legal, no resulta nada ejemplar que la señora del presidente del Gobierno envíe cartas de recomendación a organismos públicos en favor de sus conocidos. ¿O sí?
La huella digital está siendo el meollo de toda la investigación que rodea las actividades privadas de Begoña Gómez. La multitud de emails rastreados por los investigadores ponen en duda el uso de personal y medios públicos con fines privados. Mientras el Gobierno se victimiza con los líos judiciales de la familia de Pedro Sánchez y mirá directamente a los intereses políticos de algunos jueces, la ciudadanía neutral al tufo ideológico asiste atónita a un espectáculo patético, rancio y populista en exceso.
Como el dato mata al relato, expresión muy utilizada en la prensa en los tiempos que corren, los emails de Begoña Gómez han servido de guía a la UCO en sus pesquisas y al magistrado en su tarea para abrir distintos frentes judiciales (piezas separadas). Las opiniones más radicales al respecto hablan de persecución política, por un lado, y de nepotismo gubernamental, por otro. A lo mejor, la resolución a este contencioso está en los tonos grises. O no.
Y a todo esto, me pregunto con cierta desazón ¿por qué al servicial Koldo se le asignó desde el Gobierno un pasaporte diplomático? ¿Por su conocida trayectoria en el cuerpo de exteriores, por sus habituales tareas en organismos e instituciones internacionales o para ocultar rastros? Pero de este dilema particular hablaremos otro día.