Esta historia comenzó gracias al periódico Escuela Española. En septiembre de 1997 dejé la dirección del Centro de Profesorados y Recursos de Bermillo de Sayago, y a consecuencia escribí un artículo "la formación: un camino cortado", una semana después recibí una carta de la alta inspección, temblando la abrí pero para mi sorpresa era la carta de felicitación, la firmaba Don Ángel Bueno Roldán, inspector de Madrid.
Desde ese día, todos los años estuviese donde fuera Don Ángel conseguía localizarme, en casa de mis suegros, en mi móvil, en mi nuevo cambio de residencia, y las llamadas de Don Ángel se convirtieron en un acontecimiento familiar. Cada vez que hablaba con él, tomaba apuntes pues las conversaciones se convertían en verdaderas clases prácticas de Pedagogía y Didáctica, sus charlas era una verdadera meditación educativa:
Mucha Pedagogía y sabiduría a través de más de trece años. Y después de todos estos años, nunca nos conocimos físicamente, solo por teléfono y carta. Don Ángel, me orientaba, me corregía me animaba, me aconsejaba (estudie Vd. esto, no hable de esto en el colegio, compórtese así en la vida, no escriba así, enhorabuena por ese artículo, cuidado con...) era mi brújula o mi GPS. Sus conversaciones provocaban resaca en mí que compartía con mi alrededor.
El día 26 de mayo de 2011 viajé a Madrid a presentar mis nuevos libros ( tenía preparado todo, los libros para regalar a D Ángel, las cajas de dulces de Rioseco, los artículos...) Mi amigo y compañero de carreras me decía "Juancar, vas contento a Madrid, y no por los libros (la verdad que odio Madrid, ya que durante 21 sólo he ido a esa ciudad a consultas y operaciones médicas), tú vas contento porque por fin vas a conocer a D. Ángel", ¡Cómo me conoce mi amigo!.
Lleno de ilusión por fin iba a estar con Don Ángel, le había mandado la invitación para la presentación, pero como no me había contestado, cosa que solía hacer instantáneamente, la noche antes llamé a su casa para recordárselo, cuando pregunté por él me dijeron que no podía ponerse al teléfono, insistí que tenía mucho interés, y fue entonces cuando me dijeron que había fallecido.
La verdad que fue un golpe bajo, creo que desde la muerte de mi padre no había llorado tanto. Me dejó tocado. Pero sé que tenía que ser así, ese misterioso punto y aparte, hizo aún más especial la relación.
Fue inspector, Inspector de alta inspección, fundador del colegio Europa, autor con más de ocho millones de libros vendidos, citado en multitud de libros y artículos, coautor de libros con el director provincial de Madrid, paraba a la Ministra de Educación, de la que era vecina para aconsejarla, pero sobre todo fue mi D. Ángel.
Cuando había algún acontecimiento en mi vida, mi madre me solía decir, "¿Se lo has contado a D Ángel, se lo has mandado a D. Ángel...?"
Don Ángel sigue resonando en mi cabeza, y cada una de sus ideas, y si mi currículo se ha ido adornando, fue gracias a que Don Ángel hizo de espejo. Hoy día tengo una sensación rara: cuando escribo, siento que mucho de lo que pongo con letras no lo escribo yo, sino D. Ángel. Gracias Inspector. Gracias a Vd. Fue mi catalizador.